¿Cuánto tiempo pasará para que se me pegue el acento porteño? ¿Y mi
identidad… cuánto podré resistir? ¿Cambiará cuando ya no hable como mexicana?
Pero… tampoco hablaré como argentina. Sabrán que no soy de aquí y sabré que no
estoy allá. Cuando mis amigos me escuchen advertirán el cambio, se reirán de
mí… Así como yo he malmirado a aquellos que se fueron a otras partes del mundo
y ya se creen que son de allá y hablan como ellos y se ríen como ellos. Pero
¿hasta qué punto es inevitable? ¿Será una lucha constante? Incluso en mis
adentros he pensado inconscientemente que perdieron su acento por no tener
suficiente fortaleza en su origen… Qué tontería. Cierto que aun no se me ha
pegado nada, pero no hemos convivido realmente con muchas personas, sino que
estamos encerrados en nuestro pequeño refugio todavía.
Seguro hay estudios lingüísticos sobre el tiempo que transcurre hasta que
adquieres la forma de hablar del lugar en el que estás, y deben ser muchos los
factores que influyen: en primer lugar la edad que tengas cuando hiciste el
cambio, en qué ámbitos te desenvuelvas, con quién te relaciones y cuánto
tiempo… ¿lo malinchista que seas?
Ganás y perdés muchas cosas adquiriendo un acento… Con el acento mexicano
eres un modelo de amabilidad exagerada;
con el argentino, un mamón de primera. ¡Claro que no! Un prejuicio erróneo con
todo; no hay nada de cierto. Son sólo ideas que rodean lo que significa ser
argentino, que si para suicidarse se suben a su ego y se avientan, que si
hablan siempre gritando… Solo hemos conocido gente amable, gente normal y pocos
groseros, igual que en México. Todos nos han recibido muy bien; por ejemplo, un
señor que nunca habíamos visto en la vida, ahora nuestro amigo Horacio, nos fue
a recoger al aeropuerto y nos esperó todo el tiempo hasta que pudimos sacar a
nuestros gatos de la aduana (como 3 horas).
Los gatos ya en casa provisional y menos traumados
Mi tutora, Elvira Arnoux, me esperó
durante una hora y me recibió con una sonrisa y un abrazo (aunque ciertamente
antes de llegar a verla ningún taxista nos quiso subir y llevar, hasta que una
taxista mujer –cosa común acá- me salvó de la angustia e incluso ofreció su
celular para llamar a mi asesora).
María, la señora nos recibió con todo y animales no humanos en su casa
Me daba mucho temor que yo, con mis inseguridades, tan tímida que hablo, me
enfrentaría a un griterío de gente encumbrada que me miraría desde arriba dando
órdenes en vez de platicar. Tampoco ha sido cierto, de hecho de pronto ni les
entiendo nada de algunos que hablan quedito, aunque, repito, quizá no he
convivido con tantas personas.
Primer comida en nuestra casa
Otra cosa que pensaba es que tampoco iba a ser tan diferente, y eso me daba
valor. Al fin y al cabo hablamos español y la identidad ligada a la lengua es
fuerte; además nuestra historia latinoamericana sin duda nos une y se percibe…
“Soy el desarrollo en carne viva, un discurso político sin saliva, las caras
mas bonitas que he conocido, soy la fotografía de un desparecido… una canasta
con frijoles, soy Maradona contra Inglaterra anotándote dos goles… Soy América
Latina, un pueblo sin pierna, pero qué camina”. Una historia de lucha nos identifica;
pero es sorprendente ver acá lo movilizados que están, que en la contraesquina
de mi casa esté la organización barrial de Tupac-Amaru, que la calle donde
vivo, casualmente llamada México, tenga pegatinas debajo que dicen “Estado
terrorista”, que en un restaurante de asados de la esquina diga “carne = trata y
asesinato” y en otro lado “hombre muerto no viola”, que haya una escuela itinerante
(de CTERA) plantada frente al Congreso ofreciendo actividades a las que asisten
miles de personas para exigir al gobierno mejoras laborales y educativas, que
en el paro nacional se hayan suspendido los vuelos nacionales e
internacionales… en fin, tanto que aprender.
México, Estado terrorista
Sede de la Organización barrial Tupac-Amaru
Al segundo día que llegamos, cuando
caminábamos perdidos en la ciudad y exhaustos, porque cada camión que tomábamos nos alejaba más y decidimos mejor ir a pie los kilómetros que faltaban hasta nuestra provisional casa, imprevistamente pasamos por la
Facultad de Filosofía de la UBA, donde estudiaré, y habría paro: era enorme la
cantidad de grupos y actividades que se desarrollaban dentro; fue un buen
recibimiento. También hay una similitud con México: la izquierda parece tener
aires machistas (me hacen sentir como en casa), aunque ya vislumbro algunos
grupos de femiveganistas que me llaman...
Hay otra característica que hace que no sea tan distinto. A pesar de que
estaba frente a mis narices, no era muy consciente de ella hasta que Adrián me
la dijo: estamos en una ciudad. El contexto urbano es muy similar en todos
lados; si bien acá las construcciones son impresionantemente preciosas a
cualquier lugar que mires (es una ciudad bellísima; de hecho la Facultad de
Ingeniería parece Hogwarts) y el cielo es azul y el viento es respirable...
Colegio de magia e ingeniería, UBA
Hasta el subte (metro) es hermoso
...hay
cines, hay tiendas, hay parques, hay verdulerías, hay transporte, hay ruido,
hay tráfico, hay los olvidados de la ciudad: gente viviendo en la calle y gente
bebiendo y tirada, hay basura, hay iglesia católica (en construcciones romanas inigualables),
hay iglesia cristiana, hay Ananda Marga, hay ateos (un 20 % de los
bonaerenses), hay una cantidad increíble de cacas de perro en todas las calles, hay gatos en muchos
balcones, hay cafeterías veganas, hay carnicerías, hay miles de
panaderías-confiterías, hay muchísimos coreanos, hay puestos de chácharas, hay
bancos y hay una impresionante oferta cultural, como en las "grandes ciudades". Caminando durante una hora y
media o dos llegas a cualquier sitio, incluida la reserva ecológica que está
junto al mar-río de la Plata.
Cine local $30 la entrada y pura película argentina
Gatos por doquier
El horrible pastel vegano que entristeció mi cumpleaños
Pese a todo lo maravilloso, todas las coincidencias y las cosas que son
mejores o peores y aunque estoy con mi familia (Adrián, la Ío y los gatos) duele
no estar en México, en lo conocido, sobre todo no ver a mis papás, a mis amigos
y a mis compañeros de trabajo durante casi 10 años. Por eso en mi cumpleaños
estuve melancólica. No sólo yo, sino también Adrián soñamos recurrentemente que
estamos allá y que apenas estamos en preparativos para venir: que si la fiesta,
que si el avión, que si las maletas… A nuestro cerebro todavía no le cae el
veinte. Gracioso que ayer ambos soñamos con nuestro amigo Christian: Adrián le
contaba a Christian que había estado soñando que ya estábamos en Buenos Aires
pero que soñaba que todavía no nos veníamos… Ese sueño resume lo que sentimos
ahora.
Ya un poco más feliz en mi cumpleaños
Vista frente a nuestra casa
Vista frente a nuestra casa
¡Las fotos están hermosas! Eso de dejar el lugar en el que vives y todo lo que implica es duro. Esa sensación de estar partida en dos, de querer conocer un lugar nuevo y de querer regresar. El poco tiempo que estuve en Las Vegas sentía que mi vida estaba suspendida y que cuando volviera a México volvería a ella, tampoco pensaba quedarme. Nunca extrañé tanto mis lugares preferidos de la ciudad, tenía tantas ganas de caminar en Coyoacán. Un abrazo.
ResponderEliminarPoco a poco el tiempo va normalizando todo... También extraño mucho Coyoacán. Lo bueno es que acá hay lugares muy bonitos también.
EliminarPor cierto, no estoy segura de quién eres... Perdón
EliminarNamaskar, me alegra saber de ustedes y que bonito que compartan sus experiencias, vivencias, aventuras, dramas y magia de este viaje. Sean felices cada dia y agradezcan la dicha de esta experiencia, de vivir y elegir vivir con intensidad y amor por lo que son y darse el espacio para vivrar con su ser en todos los niveles. Un abrazo espiritual desde Mexico para toda la familia!....baba nam kevalam
ResponderEliminarHola, Dada!! Gracias por comentar. Procuraré ser constante en esto, pues me ayuda a estar cerca de todos. Gracias por los buenos deseos. Ya conocimos varios margiis acá. Ahora resulta que, lejos de casa, sí iré a los DC. jeje
EliminarHola!! Gracias Neli por compartirnos tus primeros días mentales. Días agotadores, porque hay que hacerse un mapa de la ciudad, porque los cuatro años por delante se proyectan infinitos, porque uno sospecha que está todo por descubrir pero parece mejor quedarse inmóviles. Al menos así lo viví. Hasta hoy creo que me sueño solo en Chile o quizás dentro del departamento de la Doctores, pero no "en" México. Y no dejo de pensar en que esa mixtura de nostalgia y avidez por el nuevo espacio tiene un soporte finalmente privilegiado: sabemos que algún día volveremos y que podremos volver. No es mala onda con el nuevo espacio, creo, pero es una suerte de descanso. Lo intenso, lo crudo, lo radical que debe ser la experiencia de aquellos que parten sin siquiera saber si saldrán vivos... qué desgarro de corazón! Relacionado o no, siempre es un buen momento para decir lo feliz que fuimos de empezar a conocerlos, cuando ya llevábamos un poco más de seis meses en la cdmx. Dejo muchos besitos y sé que ahora viene lo mejor, cuando pasa ese primer mes de mierda de perdiciones y búsquedas agotadoras de un hogar. Acá quedo atento a un nuevo escrito.
ResponderEliminarTambién pensaba mucho en que nos hemos movido por elección y aún así es difícil. Pensaba en todos los refugiados, en su dolor y tristeza. Fui a una pequeña exposición de ilustraciones de artistas latinoamericanos sobre los refugiados y la guerra. Pensé en poner una fotografía de alguna de aquellas postales que me traje y decir algo al respecto, pero al final me pareció... no sé ¿indigno? sugerir alguna equiparación con tan terrible experiencia. Es algo que me entristece mucho. De esas cosas que me hacen sentir terrible y que nada vale la pena, que no hay otra salida más que la inexistencia.
EliminarCon base en experiencias cercanas me parece que los españoles y los argentinos difícilmente modifican su acento por más que pasen años lejos de su país, quizá sí sea una cuestión de arraigo y pertenencia, aunque por otro lado ellos también batallan mucho con la fonética de idiomas diferentes al español, así entonces podría ser una capacidad no desarrollada o la falta de sensibilidad hacia la imitación.
ResponderEliminarEn mi caso, una semana en Michoacán ya era suficiente para comenzar a hablar como ellos y las burlas se vuelven inevitables.
Siempre se extrañan muchas cosas estando lejos del hogar pero eso no impide que puedas disfrutar muchas otras y el aprendizaje que obtendrás hará que los sacrificios valgan la pena.
¡Buena vibra!
Gracias por comentar y los buenos deseos. Estoy de acuerdo con la sensibilidad hacia la imitación. A mi me pasa que un tiempo con alguien y ya me río igual. =)
EliminarRecuérdame quién eres.
Muy buena reflexión, Nélida. Lo que sabemos sobre contacto dialectal es que tienes 2 años para acomodarte al dialecto local. Ya veremos. Y qué maravilla que trabajes con Elvira. Tuve el honor de conocerla en octubre pasado y es humana y académicamente *genial*. ¡Abrazo!
ResponderEliminarHola!
EliminarSí, es genial Elvira. Me siento afortunada de trabajar con ella. A ver cómo hablo en dos años...